jueves, 4 de noviembre de 2010

Esto...


















Estoy conduciendo cuando, a lo lejos, diviso un coche accidentado y la policía vasca en el lugar regulando el tráfico. Los rebaso y al dar la curva veo que se acercan tres camiones. Les doy tres ráfagas de luces largas para avisarles del peligro y les hago señas para que aminoren la velocidad.
Una señora con dos niñas pequeñas pasan a mi lado. Una de las niñas está llorando y la mujer regaña a la otra niña diciéndole que los miércoles no se compran golosinas, que no tenía que haber dicho nada.
Dos mujeres sudamericanas extienden sendas sábanas en el suelo y exponen pañuelos grandes de diferentes coloridos en el mercadillo del pueblo. Las señoras se arremolinan para probarse los que más les gustan y para comprar o no comprar, según les parezca.
Llaman a la puerta y un hombre pide limosna porque dice, no tiene para comer. Le doy una moneda y se marcha.
Contemplo un arco iris de tal belleza que saco la cámara digital y realizo unas cuantas fotos.
Soy el hombre accidentado, y los camioneros que circulan en ese momento, y los ertzainas regulando el tráfico.
Soy la señora que regaña a la niña, y la niña regañada, y la que llora por no tener sus golosinas.
Soy las mujeres sudamericanas que venden pañuelos grandes arrodilladas en el suelo en el mercadillo del pueblo.
Soy el mendigo que va de puerta en puerta pidiendo limosna porque no tiene para comer.
Y soy ese bello arco iris que llena de colores el oscuro cielo en un espectáculo lleno de contrastes.
Aquí estoy escribiendo para un blog y para dar a conocer… esto. Algo tan simple y tan sencillo y tan obvio como esto.
Me levanto del asiento, apago el televisor de la cocina y me vuelvo a sentar para concluir este escrito. No hay nada más que decir… por ahora.

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